Las Misiones Pedagógicas como proyecto único, educativo y español fue creado en el seno del Museo Pedagógico Nacional y de la Segunda República Española e inspirado en la filosofía de la Institución Libre de Enseñanza, dando comienzo en 1931 y finalizando con el comienzo de la guerra civil en1936.
Todos y cada uno de los servicios que ofrecía (música, proyecciones, cine, museo circulante, coro, teatros, cursos para maestros,…) necesitada de una equipo humano que organizara todo ello. Entre todos ellos, encontramos varios intelectuales de la época, de los cuales me gustaría destacar a MIGUEL HERNÁNDEZ, que decía lo siguiente sobre su experiencia:
He hecho una sola misión y ha sido por tierras, mejor dicho, por piedras salmantinas. Inolvidables para mí los espectáculos de los cuatro pueblos en que estuve y sus gentes de labor... Recuerdo sobre todo una mujer con cara de terreno labrantío...
Como el viaje fue por los finales de abril, salí a cuerpo limpio para allá. El frío me cogió, y tuve que pedir auxilio a la capa del alcalde en el primer pueblo, a la del maestro en el segundo, a la de un labrador en el tercero y a la de otro en el cuarto.
Como el viaje fue por los finales de abril, salí a cuerpo limpio para allá. El frío me cogió, y tuve que pedir auxilio a la capa del alcalde en el primer pueblo, a la del maestro en el segundo, a la de un labrador en el tercero y a la de otro en el cuarto.
Otro suceso: los campesinos de Ahigal de Villarino nos recibieron -éramos tres los de la misión- recelosos y cejijuntos. Preguntamos al maestro el porqué de aquella actitud y nos dijo "Creen que venías a platicar contra don... -el dueño de aquellos campos, no hago memoria del nombre-: y dicen que si es así os iréis malparados." Tan diferentes nos hallaron de lo que ellos pensaban que dormimos en la casona de don... no sé cómo y aquella misma tarde iban hombres y rapaces dando calles abajo la noticia y la hora de lafunción, que así designaban nuestra labor, con caracolas y cencerros alborotados.
El cementerio de este pueblo era como un corral para dos toros, los hoyos en piedra viva y de escasa profundidad. El maestro nos contó: "Este año pasado enterraron al tío Nicolás, el viejo más robusto del pueblo. No cupo todo el volumen de su cuerpo en el hoyo y se echó poca tierra encima. A los tantos días mientras jugaban los zagales, se les cayó al cementerio la pelota, entró uno por ella y salió con las narices apretadas escupiendo y diciendo: "¡Cómo huele el tío Nicolás, señor maestro!"."
El osario es un rincón de la plaza: allí están acumulados los huesos, y las calaveras del pueblo que va pasando. Advertí en esto la indiferencia con que tratan en aquel lugar la vida y la muerte.
Otro suceso: en el último pueblo hicimos la segunda misión en pleno campo, proyectando el cine contra el muro de la iglesia. Era cosa de ver los labradores sentados sobre arados y carretas volcadas, la cigüeña de la torre asustada, los candiles con que alumbrarnos en la vara levantada de un carro, las estrellas temblando de frío por mí, y yo envuelto en mi capa parda de un labrador.
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